6 claves para preparar la habitación de un residente

Habitación

Preparar la habitación para una persona mayor

Cuando una persona mayor ingresa a una residencia, su habitación pasa a ser su nuevo hogar. No es suficiente que esté limpia o equipada con lo básico. Para que el residente se sienta cómodo, seguro y emocionalmente reconectado, hay detalles “invisibles” pero fundamentales que marcan una gran diferencia en su calidad de vida.

Un estudio publicado en el Journal of Housing for the Elderly concluye:

“Las pertenencias personales de los residentes en residencias pueden contribuir a su sentido de hogar”.

Esto confirma lo que muchos familiares y cuidadores perciben: una habitación adaptada con cariño mejora el bienestar emocional y físico del residente. Y esto empieza por pequeños gestos que parecen invisibles… pero no lo son.

La personalización y funcionalidad del espacio son aspectos que impactan directamente en el bienestar físico y emocional del mayor, facilitando su autonomía y generando un ambiente de confianza para familiares y el equipo de cuidado.

La altura de la cama es clave para evitar caídas y facilitar que el residente se siente o se levante por sí mismo. Una cama demasiado baja o alta puede causar inseguridad, dependencia y molestias físicas.

Se recomienda que la cama tenga una altura ajustable entre 45 y 50 cm, lo que permite al residente apoyar los pies en el suelo con comodidad. Las camas regulables facilitan también la postura para dormir o descansar, y facilitan las tareas del personal asistencial. Una cama con la altura correcta contribuye a preservar la dignidad y la independencia de la persona mayor, evitando caídas y accidentes que retrasan su recuperación o bienestar.

Un buen descanso es vital para mantener la salud física y mental del residente. Las almohadas deben ofrecer un soporte adecuado para el cuello y evitar molestias musculares

Se recomienda utilizar almohadas con soporte lateral o cervical según las necesidades individuales, y textiles suaves, transpirables y hipoalergénicos que previenen irritaciones. La ropa de cama debe ser cómoda, limpia y fácil de cambiar para evitar riesgos de infecciones. Garantizar un descanso reparador ayuda a reducir la irritabilidad, la fatiga y los episodios de confusión o desorientación que afectan a muchos mayores.

Esto también repercute en el bienestar del equipo, ya que disminuyen las quejas y mejora la calidad del descanso.

La iluminación adecuada es fundamental para la seguridad y el confort. Muchos mayores se levantan durante la noche, y una luz tenue y accesible previene accidentes.

Recomendación:

  • Luz cálida nocturna con sensores.

  • Interruptores accesibles desde la cama.

  • Iluminación natural durante el día para regular el ritmo circadiano.

Se recomienda instalar luces de noche con intensidad regulable y botones grandes, que se puedan encender fácilmente desde la cama. La luz cálida reduce la desorientación y ayuda a mantener el ritmo circadiano. Durante el día, es importante aprovechar la luz natural para mejorar el estado de ánimo y la percepción del entorno. Una correcta iluminación disminuye riesgos, mejora la calidad de sueño y genera un ambiente acogedor.

Los mayores son más sensibles a los cambios bruscos de temperatura y a ambientes poco ventilados, lo que puede afectar su salud y bienestar.

Se recomienda mantener la habitación a una temperatura estable entre 22 y 24 °C, con ventilación diaria para renovar el aire sin generar corrientes. Si es necesario, utilizar humidificadores para evitar sequedad o ambientes demasiado secos que dañan vías respiratorias y piel. Un ambiente térmico confortable previene resfriados, alergias y mejora el descanso.

Los objetos personales, como fotos, relojes o pequeños recuerdos, son anclas emocionales que conectan al residente con su vida anterior, su familia y sus raíces.

Se recomienda dejar espacio en la mesita o estantería para que el residente pueda tener a la vista objetos que le sean significativos. Estos detalles, aunque parecen pequeños, aportan calma, seguridad y sentido de pertenencia. Mantener esta conexión emocional es vital para evitar la sensación de pérdida o desarraigo que sufren muchas personas mayores.

Un entorno ordenado y seguro es clave para prevenir caídas y facilitar el desplazamiento dentro de la habitación.

Recomendación:

  • Pasillos despejados.

  • Mobiliario estable y con bordes redondeados.

  • Retirar alfombras deslizantes.

  • Mantener un espacio intuitivo y fácil de recorrer.

Se recomienda mantener los pasillos libres de obstáculos, asegurar que muebles y estanterías estén firmes, y evitar alfombras o elementos resbaladizos. Organizar el espacio para que todo esté al alcance del residente, favoreciendo su autonomía. Un espacio funcional y seguro reduce las preocupaciones del equipo asistencial y mejora la calidad de vida del residente.